jueves, 27 de enero de 2011

La nueva Edad Oscura

Arquímedes y yo hemos alcanzado una empatía fuera de lo normal. No alcanzo a comprender aún si ello es debido a consecuencia de la maldición que corre por mis venas y corroe mi perdida alma, pero el hecho es que soy capaz de entender los cuchicheos del peludo roedor… y él es, o era desde hace tiempo, capaz de entender mis palabras.

Tiemblo y compadezco a las pobres criaturas mortales. El motivo de mis convulsiones espasmódicas y mi sudor frío y sangriento no es otra sino la noticia que corre como la pólvora por las cloacas de la villa. Los congéneres de Arquímedes le han informado convenientemente y ahora él (apoyado por las noticias de la televisión, la prensa, la radio y las webs pertinentes) me pone al día entre susurros de inquietud, erguido en mi scriptorium.

La Corte del Reino ha decidido que las Cajas (equiparables a mis antaño conocidos Montes de Piedad) deben superar unas estimaciones de viabilidad capitalizable. En caso de no poder hacerlo, deberán convertirse en bancos o ser comprados (“nacionalizados” dicen los diplomáticos) por el Reino (para en un futuro adecuado, volver a privatizarlos). La noticia no tendría por qué tener mayor importancia de no ser porque el arte de la política ya ha demostrado en demasiadas ocasiones que las causas ocultas son las que fundamentan sus decisiones y objetivos verdaderos.

Jumungus, una enorme y vieja rata calva, muy allegada a Arquímedes, y que pasa horas royendo billetes de la caja fuerte de un banco, ha oído demasiadas conversaciones como para llegar a hacerse una idea de las siniestras conjuras; y así se lo ha hecho saber a mi discípulo. A ver, para que me entienda yo en este laberinto de finanzas y dinero embriagador… Existen en este Reino dos tipos de entidades financieras: Bancos y Cajas. Los une el afán por el dinero y la acumulación de beneficios. La diferencia es el objetivo final de ese rendimiento. Mientras los bancos reparten las riquezas entre sus accionistas (y por tanto, estos pueden exigir año tras año beneficios mayores, aun a costa de echar a la cochambrosa calle a familias enteras), las cajas reinvierten sus dividendos en obras sociales, no en manos privadas (aunque estemos de acuerdo en que lo primero que hacen es subir los sueldos de los consejos dirigentes y el untamiento descarado de manos avariciosas. De todas maneras, la presión para conseguir más beneficios no es tan apabullante como en el sector duro del capital.). El volumen del negocio está repartido al 50% entre ambas. Pero los bancos son en definitiva más poderosos y las cajas son molestas. Desde al menos hace 30 años que se busca el fin de la existencia de las últimas. Y ya se ha conseguido. Esto quiere decir que los que han causado esta crisis tan brutal encima salen victoriosos y eliminan a rivales molestos.

Otra diferencia es el control de las entidades. Los bancos, ya lo sabemos, pertenecen a manos secretas y privadas, ávidas de beneficios, insaciables de podredumbre. Pueden capitalizarse rápidamente vendiendo acciones. Las cajas suelen estar controladas por fundaciones, entidades administrativas locales o autonómicas, y, evidentemente, por políticos. En ocasiones las cajas han actuado concediendo más o menos créditos para influenciar en las decisiones de los sufridos votantes, mostrando una imagen generosa de una entidad que, no lo olvidemos, también tiene ánimo de lucro. Pero al menos reinvierten cantidades muy importantes en las obras sociales. Pero esto no importa. Es un incordio y hay que acabar con ello. El capital para el poderoso. Es la nueva Edad Media, con sus señores y sus siervos. La diferencia es que esta nueva Edad Oscura forjará el asentamiento definitivo del Capitalismo triunfante que definirá y dividirá a la humanidad en dos clases sociales: los inmensamente ricos Dirigentes, y los pobres Esclavos. Sí, amigos, el fin es retornar la esclavitud al lugar al que muchos piensan que nunca debería haber abandonado. En un nuevo 1984. Un Gran Hermano (en referencia a un programa televisivo al que Rufus está enganchado) a escala mundial. Trabaja por un salario mísero y paga una fortuna por vivir en una casa para indigentes que el gran Señor Dirigente te otorga en su magnánima bondad altruista. Arbeit Macht Frei.

Las cajas están condenadas a desaparecer. Incluso las que pasen el corte ahora, porque se subirán las condiciones constantemente hasta que no puedan asumirlas. De momento, una entidad de la Corona de Aragón ya ha hecho pública su conversión en banco. Y los graciosos especulan simplemente cómo pasará a llamarse a partir de ahora. ¿Es que nadie quiere explicar realmente los motivos? El capitalismo salvaje ha vuelto a vencer. Nuestros mayores deberán jugar al dominó en el parque, bajo la lluvia ácida. Nuestros discapacitados seguirán en su retraso, sin sentirse útiles como seres humanos. Y nuestros hijos serán los futuros esclavos de esta sociedad.

“Pero yo creía que las cajas también estaban endeudadas y habían sido cómplices en la crisis asumiendo las hipotecas basura del Nuevo Mundo”, confieso a Arquímedes. Con un erizamiento de bigotes me explica que, efectivamente, muchas cajas pasan por problemas económicos acuciantes, pero que la mayoría, en su afán de conseguir más riquezas, adquirieron parte de esas hipotecas a los grandes bancos, que son los que realmente podían adquirirlas y asumir el elevado riesgo, ya que las cajas, en su mayoría, son relativamente modestas para operaciones de semejante envergadura. Es decir, que los bancos (notablemente saneados, por las cifras de beneficios que presentan) del Reino compraron hipotecas basura en América y las pasaron a las cajas, cegándolas con falsas promesas de riquezas y oro sin fin. El falso Potosí ha reventado y ha afectado más a los más débiles en el mar de tiburones de las finanzas. Ahora, de paso, los bancos, con nuevas falsas promesas al Reino de sacarnos a todos de esta crisis, exigen la desaparición de las cajas como contraprestación… y probablemente adquirirlas por cuatro maravedíes, tal y como es la intención del gran banco chino ICBC (que, si no lo ha hecho todavía es por la situación financiera mundial. Pero si hay algo que los orientales tienen es paciencia). El Altísimo nos coja confesados.

Rufus aparece con un saco a la espalda del que asoman dos piernas. Vuelca el contenido en el suelo. Se trata de un tipo trajeado y pelo engominado del que emana un tufo impresionante de alguna esencia digna del peor potingue de un hechicero hunita. Me escruta con terror. Es curioso. El lobo tiene miedo del cordero. Miro de reojo a mi ayudante jorobado. Con una mueca de repugnancia me asegura que se trata de un ser vil, cruel e inhumano, que trata a sus semejantes de la peor manera posible; en definitiva, un elemento de la peor calaña, un banquero. Me acerco a él. “No temas”, le digo, “solo quiero… solo necesito un poco de medicina”.

Arquímedes se tapa los ojos con sus patitas.

2 comentarios:

  1. Has escrito el post que yo hubiera querido hacer, pero me alegro de que te hayas adelantado porque yo no lo habría bordado de esa manera. Suscribo totalmente. Un cordial saludo.

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  2. Muchas gracias por tu comentario elogioso. Desde luego creo que mucha gente no conoce realmente el fondo de la cuestión. Odio que nos desinformen, o que la noticia quede en un simple titular. Se avecinan muy malos tiempos, te lo aseguro.

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