lunes, 10 de enero de 2011

Solo me la quitarán de mi mano fría y muerta

Fatídica frase que secciona el héroe televisivo del rufián real. Ya murió, y al fin le quitaron el rifle de su fría mano... solo para que nuevos Charlton Heston recojan el testigo una y otra vez para realizar (una y otra vez) masacres, como la reciente de Tucson, en el Nuevo Mundo.

A sabiendas de que no salgo de mi cubil y me recluyo en las sombras temblorosas que se acurrucan lejos de una nueva vela, mi fiel y querido Rufus ha esparcido por mi scriptorium varios bandos que, según el jorobado sirviente, se llaman periódicos. Dios, ¿cuánto tiempo he estado en sopor? Parece que fue ayer cuando... ni tan siquiera conocíamos la existencia de ninguna tierra más allá del mar impenetrable. Ahora, sumergido por una oleada de datos que me subyugan y sorprenden, atisbo a duras penas los increíbles avances que ha realizado la humanidad, siempre en beneficio de la guerra, el dinero y el poder.

¿Cuánta cantidad de odio hace falta para que un ser humano asesine a su semejante? ¿Y a una niña? ¿Por qué un desequilibrado o un extremista pueden comprar armas de fuego, algunas incluso militares, de gran potencia de fuego? ¿La ideología es tan fuerte? ¿Las ideas que defendía la diplomática norteamericana a favor de los inmigrantes le hacían ser merecedora de la muerte? ¿Por qué? Sobretodo cuando ese país es la potencia mundial número uno entre otras cosas por la mezcla de credos, religiones, razas, etnias y nacionalidades tan dispares. ¿Los descendientes de la pérfida Albión son más americanos que los indígenas que vivían plácidamente en sus llanuras? ¿O más que los inmigrantes del Sacro Santo Imperio? ¿O que los locos irlandeses? ¿Italianos? ¿Mexicanos? Critican muros en Berlín (vergonzosos, por otro lado) y elogian los de Tierra Santa. ¡E incluso crean uno para separarles de sus vecinos más pobres! ¡Justamente de aquellos a los que han expoliado y robado durante decenios!

Mi sirviente, más feo que un sapo, y con más bultos en la piel que el batracio, me cuenta que los conquistadores españoles hicieron cosas terribles, y pasaron por cuchillo a un 20% de la población indígena de aquellas tierras. Los estadounidenses hicieron lo propio con el 80%. Simplemente no tengo palabras, ni para unos ni para otros.

Rufus, mis ojos y manos en el extrerior de estas paredes, me muestra su mueca más tétrica (la que se supone es una sonrisa) cuando me ha traído una mesa vertical donde las imágenes de personas aparecen, aman y mueren. ¡Engendro del demonio! Incluso la chepa andante me ha prometido hacerme llegar algo llamado "internet" con lo que me pondría al día en un santiamén. ¡Ah, ese bribón mellado no ha perdido el tiempo! ¡Pero solo lo utiliza para ver a damiselas ligeras de ropa, en el mejor de los casos! ¡Lombriz pervertida!

Para entretener su líbido le he enviado a por más tinta. Se me ha acabado. Pero no puedo parar, no ahora, pues las ideas me rehúyen con demasiada facilidad. Necesito tinta. No puedo esperar. Mmmmh. Sí, un pinchazo en la yema del dedo. Un poco de sangre antigua. Puedo seguir escribiendo...

2 comentarios:

  1. Jacques, no tengo palabras. No se podía decir más verdad de una manera más hermosa. Parece que te haga la pelota, pero puedo asegurar que soy completamente sincera. Cada vez escribes mejor.

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  2. He tenido un modelo a seguir genial, pero de todas maneras muchas gracias. Vas a conseguir que me ruborice, y ya no tengo edad para eso.

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