viernes, 28 de enero de 2011

Arenas de libertad

Rufus retira la carne de banca privada de mi vista. Una vez medicado, me encuentro más tranquilo, aunque todavía siento la negrura que gruñe en mis entrañas y pugna fieramente por salir a la superficie. La medicina me ayuda a acallarla y tenerla tranquila, como un sedante. El giboso, con los labios llenos de babas, me dice una vez más que será discreto con la eliminación de pruebas, pero nunca hago preguntas al respecto. Me contento con saber que ningún alguacil encontrará nada raro arrojado en un callejón oscuro o flotando en una balsa malsana.

Arquímedes me mira con aire reprochador, pero en el fondo sé que me entiende. Justo entonces unos golpes resuenan en el ventanuco de mi estancia. Matea llega por fin. Estaba preocupado por mi preciosidad alada, pues hacía días que no sabía nada de ella. La pobre está agotada, y la dejo reposar un rato sobre mi scriptorium. Atento, le acerco unas migas de pan y un poco de agua. La envié a la tierra de mi antiguo maestro para saber si todavía arrastraba las cadenas de su condena por este mundo, pero la pobre paloma no solamente no ha conocido nada acerca de su paradero sino que me ha traído noticias desconcertantes y, según el prisma con el que se vea, esperanzadoras o terribles.

El pueblo egipcio se ha sumado a la rebelión protagonizada en las últimas semanas en Túnez, la antigua y pagana Cartago Baalita. Los tunecinos han conseguido expulsar al dictador Ben Ali y los egipcios quieren que se marche el clan mafioso de Hosni Mubarak. Incluso Yemen se suma a la llama que se extiende por las tierras del Islam. Pero no son revueltas religiosas. La ciudadanía no reclama ninguna Yihad. Buscan fines tan nobles como la Libertad y la Justicia, arrinconados, por no decir robados por sus dirigentes, quienes, cuales primigenios califas, gobiernan a la población sometiéndola bajo un yugo de pobreza sin futuro aparente mientras su clan se enriquece hasta niveles insospechados. El pueblo, el vulgo, el débil ha dicho ¡basta!, y la chispa de la rebelión ha saltado por una situación injusta como tantas que suceden diariamente y de la manera más normal. La policía y el ejército reprimen, una vez más, las ansias de libertad de sus hermanos. Ben Ali ha caído. ¿Caerá Mubarak? ¿Y Mohamed VI? ¿Arabia Saudí? ¿Y el resto de títeres serviles de Occidente?

Sí, títeres. Dictadores bananeros en las arenas del desierto. Tiranos que se enriquecen con el beneplácito del Nuevo y Viejo Mundo a costa de la democracia, las libertades y los derechos humanos que tanto pregonan y de los que tanto se vanaglorian y enorgullecen los civilizados occidentales. A cambio, se controlan los bienes y el oro negro de estos países; y, últimamente, el integrismo islámico (el cual, a mi parecer, se alimenta insaciablemente del descontento de la población hacia sus propios dirigentes y, por extensión, de Estados Unidos y Europa, por entenderlos, no muy equivocadamente, garantes de las dictaduras y clanes familiares que les gobiernan. El descontento popular en Occidente fue aprovechado y bien canalizado hacia el nazismo en Alemania, una de las naciones más inteligentes de Europa, el fascismo y otras que no merece la pena ni mencionar. El descontento popular en los países islámicos deriva inevitablemente en el principal factor que da sentido a sus vidas: la religión, y el entendimiento extremista de ella).

El futuro para estos países es incierto, pero esperanzador. ¿Conseguirán que el pueblo decida quién debe gobernarles? ¿Vivirán en paz, justicia, libertad y florecimiento económico al fin? Así lo espero y deseo.

El futuro de estos países puede ser descorazonador y terrible. ¿Y si simplemente cambian de títere? Un nuevo grupo de escogidos que decidan repartirse las riquezas del país a la europea o algo peor… Quizás unos nuevos talibanes más represores y crueles aún que sus antecesores… Pero sobretodo tengo miedo que a Estados Unidos no le entre el pánico preventivo y empiece a atacar sistemáticamente a los futuros regímenes que gobiernen en los países islámicos que no sean de su agrado. Seguro que alguna lengua bífida ya está susurrando sibilinamente por los pasillos de la Casa Blanca que la oportunidad de negocio para las industrias armamentística e inmobiliaria norteamericanas es inmejorable, para la recuperación estadounidense de la crisis y, por ende, del mundo occidental “civilizado” y “democrático”. Retumba en mi mente el recuerdo de aquellas inflamadas palabras del Papa Urbano II en Clermont-Ferrand, la capital de los aurvernos… y el final del discurso… Deus Vuult

Quizás sería más apropiado en la actualidad Pecunia Vuult

2 comentarios:

  1. Un muy acertado y bien escrito análisis, a mi entender, de los problemas religiosos en el mundo islámico. Comparto tus esperanzas, y lamentablemente también tus temores.

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  2. Muchas gracias de nuevo. Alegra saber que hay al menos alguien que comparte tus ideas, aunque estoy seguro de que mucha más gente comparte los temores derivados del futuro que se nos plantea.

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