jueves, 19 de mayo de 2011

Indignación

Indignación. Es el sentimiento que corroe las entrañas de millones de personas, y que ha lanzado a cientos o miles de jóvenes (y no tan jóvenes) a las calles y plazas de todo tipo de pueblos y ciudades, en un sano, solidario y ejemplar acto de protesta ante la situación política, financiera y laboral imperantes.
Me fascina el hecho de que no abanderen ninguna ideología ni siglas políticas. Al fin queda demostrado que la juventud no está tan adormecida ni manipulada como se creía. Desde luego, si alguien puede arrancar el motor del cambio son ellos, y ojalá que la bola que ha empezado a rodar crezca en tamaño y velocidad hasta niveles incontrolables y pueda dar la estocada a un sistema político, económico y social caduco, corrupto, decrépito y terminal... antes de que él acabe con nuestro futuro, el de nuestros hijos y la propia supervivencia de Gaia.
Los políticos se posicionan al respecto de este fenómeno, y optan por vanagloriarlo y apuntarse al carro donde nadie les ha invitado, o denigrarlo, argumentando que si los manifestantes quieren cambiar las cosas, que lo hagan mediante el voto y las urnas, como armas que ofrece la democracia. A estos vendemotos se les añade toda una retahíla de periodistas, contertulios y opinadores varios, y entre todos demuestran que no entienden al electorado.
¿Es que no se dan cuenta que el problema no es la Democracia? ¿O es que sí conocen el problema, que no es sino otro que "nuestra" democracia es en realidad una dictadura encubierta, dirigida por la Banca y los Mercados, de los cuales los políticos son las marionetas que ejercen el poder "lícito" y servil que ellos necesitan y que manipulan a la ciudadanía haciéndola creer que estamos en un vergel de libertad?
Zapatero destapó a Matrix cuando cambió radicalmente su política hacia una orientación totalmente neocon, dirigida hacia la esclavitud de todas las personas, proletarias o no, en un real 1984. Desde mayo de 2010 la máscara cayó y todo el mundo despertó de su ceguera... de su ilusión.
Da igual que gobierne el PSOE o el PP. Indiferentemente de su ideología algo o nula social, su posición de obediencia total hacia los poderes ocultos (en lugar de a los ciudadanos que les votaron, confiados) resulta en una denigración del voto y una prostitución de cualquier garantía democrática. Todos se preguntan de qué sirve votar si los que gobiernan realmente son los Mercados.
Y esa es la respuesta al argumento de los políticos de que cambien la situación mediante el voto. ¿De qué sirve votar con la actual Ley Electoral, claramente favorable al bipartidismo? La solución ahora NO es el voto, y ellos lo saben. Por eso lo dicen. La solución inmediata pasa por la protesta, la manifestación, la queja pública, porque las herramientas legales que nos ofrece el sistema actual es el mismo que ofrecía hace 40 años a los que luchaban en este país por la Democracia desde la clandestinidad, o la misma que ofrece a millones de musulmanes que han tenido que gritar Libertad desde Egipto, Túnez, Libia, Yemen, Abu Dabi, Siria...
Quizás por eso algunos sectores corruptos quieran hacer un vacío a esos jóvenes, despreciándolos e insultándolos. Y eso teniendo en cuenta que los manifestantes solo pretenden ejercer unos derechos fundamentales alejados de los que los gobernantes pretenden otorgarles, siempre encorsetados en las reglas del juego político. ¿Qué ocurrirá si los jóvenes no abandonan las plazas el día de reflexión, o el día de votación? ¿Les arrojarán a los perros de presa? ¿Dónde queda el derecho a manifestarse y a la libre reunión que SU constitución nos otorga? ¿Volveremos a un estado de excepción? Todo es posible en esta democracia irreal.
Los políticos se deben a los ciudadanos y su fidelidad debería ser absoluta. Pero sirven a la Banca y a los Mercados. No. Definitivamente no han entendido el mensaje. O no quieren.

Veo a Rufus echar unas hogazas de pan en un mísero atillo, y vestirse con sus ropas menos raídas.
-¿Dónde vas? -le pregunto.
-A la plaza de la villa... a pasar la noche con los manifestantes.
El corazón me hace un amago de latido.
-Espera, me voy contigo -no sé qué impulsa mis palabras. ¿La indignación será contagiosa?
Arquímedes y Matea me miran, alborotados.
-No os preocupéis... Volveré antes del amanecer.

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