jueves, 19 de mayo de 2011

Despertar al caos

Me ha vuelto a ocurrir. De nuevo. He caído en sopor, en la autocomplacencia, en el vacío, en el olvido. Afortunadamente en esta ocasión se ha tratado de unos escasos meses. Es realmente un espacio temporal corto si hemos de tener en cuenta que en otras ocasiones la hibernación me ha abrazado durante años, e incluso centurias.
Cierto también que me ha sucedido durante unas horas, a lo sumo días; pero los meses de "evasión" son los que más habitualmente taladran a mi torturada alma a la velocidad de un parpadeo... o la lentitud de una duna ardiente.
Curiosamente, la causa de estos prolongados sueños suele coincidir con situaciones comprometidas físicamente hablando (hay gente que no me quiere bien) o, normalmente, con una mezcla de desazón y apatía estúpida. Dejemos la interpretación a la psicología.
Debo estar agradecido de mi despertar a Arquímedes. El pequeño roedor, no sé si movido por el terror a acabar sus días en el estómago de Rufus, o alertado por los desastres humanos y naturales que se están produciendo en nuestro mundo, ha conseguido mi retorno a la frescura de la noche primaveral.
Lo que no sabe es que su buena intención supone un renacer del tormento cuando me pongo al día de las noticias que llegan incansablemente acerca de guerras, muertes, miseria, tsunamis y un cúmulo de desgracias demasiado reales como para permanecer distante.

1 comentario: